Esta tradicional virtud árabe se muestra en numerosas costumbres
saharauis. La mujer ha de cocinar siempre unas raciones de más
, por si se presentase a cualquier hora un vecino, amigo o conocido
al que hubiese que dar de comer.
El té y su ritual es, así mismo, la ceremonia con la que se recibe a
un visitante o pariente y, a pesar de su carácter de pueblo nómada,
los utensilios del té nunca se abandonan; constituyen incluso la
renda más querida de todo ajuar saharaui.
La preparación del té, tiene un ritual muy característico y es
imprescindible respetarlo. Se hace en tres rondas, siendo el primer
vaso amargo como la vida, el segundo dulce como el amor y
el tercero suave como la muerte. El rito del té tiene su lenguaje
particular. Por ejemplo, cuando una persona te ofrece el vaso con
un discreto giro en la palma de la manó eso significa que le atraes.
Es una obligación la visita diaria a los vecinos más próximos y
familiares cercanos, si están enfermos o necesitan ayuda.
La educación
Quizás sea en el campo educativo donde la RASD. ha logrado uno
de los éxitos más espectaculares a nivel interno. Pasar, en diez
años, de una tasa de analfabetismo de 72'55% a la total
escolarización de la población de 3 a 16 años, constituye un hito
pocas veces alcanzado, y menos si tenemos en cuenta las
desfavorables condiciones que en principio derivan de una situación
de guerra, de falta de programas escolares autóctonos y de
inexistencia de cuadros educativos, como herencia de un pasado
colonial que muy poco se había preocupado de estos temas.
La situación reflejada en el censo de 1974, al final de la colonización
era la siguiente:
Escolares: 4.862 (6'5%)
Estudiantes: 911 (1'2%)
Carreras medias: 11 (0'01 %)
Carreras superiores: 27 (0'03%)